divendres, 31 de maig del 2013

Destilación por arrastre de vapor

Destilación por arrastre de vapor


 
Es llamada también: destilación por arrastre de vapor, extracción por arrastre, hidrodifusión o
hidroextracción, steam distillation o hydrodistillation. Sin embargo, no existe un nombre claro y
conciso para definirla, debido a que se desconoce exactamente lo que sucede en el interior del
equipo principal y porque se usan diferentes condiciones del vapor de agua para la obtención. Es así que, cuando se usa vapor saturado o sobrecalentado, fuera del equipo principal, es llamado
“destilación por arrastre de vapor” (Günther, 1948). Cuando se usa vapor saturado, pero la materia
prima está en contacto íntimo con el agua que genera el vapor, se le llama “hidrodestilación”
(Günther, 1948). Cuando se usa vapor saturado, pero la materia no está en contacto con el agua
generadora, sino con un reflujo del condensado formado en el interior del destilador y se asumía que el agua era un agente extractor, se le denominó “hidroextracción” (Palomino y Cerpa, 1999).
La hidrodestilación, se define como el proceso para obtener el aceite esencial de una
planta aromática, mediante el uso del vapor saturado a presión atmosférica.
Por efecto de la temperatura del vapor ( 100 oC) en un cierto tiempo, el tejido vegetal se rompe
liberando el aceite esencial, el cual presenta a estas condiciones una presión de vapor: PT = Pv + Pa. La fracción de aceite esencial en la mezcla de vapor será: Ya = Pa / PT
- Descripción del proceso/ Equipo empleado: La materia prima vegetal es cargada en un
hidrodestilador, de manera que forme un lecho fijo compactado. Su estado puede ser molido,
cortado, entero o la combinación de éstos. El vapor de agua es inyectado mediante un distribuidor
interno, próximo a su base y con la presión suficiente para vencer la resistencia hidráulica del lecho.
La generación del vapor puede ser local (autoclave) [hidrodestilación húmeda], remota (caldera)
[hidrodestilación seca] o interna (base del recipiente) [hidrodestilación directa].
Conforme el vapor entra en contacto con el lecho, la materia prima se calienta y va liberando
el aceite esencial contenido y éste, a su vez, debido a su alta volatilidad se va evaporando. Al ser
soluble en el vapor circundante, es “arrastrado”, corriente arriba hacia el tope del hidrodestilador. La mezcla, vapor saturado y aceite esencial, fluye hacia un condensador, mediante un “cuello de
cisne” o prolongación curvada del conducto de salida del hidrodestilador. En el condensador, la
mezcla es condensada y enfriada, hasta la temperatura ambiental. A la salida del condensador, se
obtiene una emulsión líquida inestable. La cual, es separada en un decantador dinámico o
florentino. Este equipo está lleno de agua fría al inicio de la operación y el aceite esencial se va
acumulando, debido a su casi inmiscibilidad en el agua y a la diferencia de densidad y viscosidad
con el agua. Posee un ramal lateral, por el cual, el agua es desplazada para favorecer la
acumulación del aceite. El vapor condensado acompañante del aceite esencial y que también se
obtiene en el florentino, es llamado “agua floral”. Posee una pequeña concentración de los
compuestos químicos solubles del aceite esencial, lo cual le otorga un ligero aroma, semejante al
aceite obtenido. 
 Si un hervidor (caldera) es usado para suministrar el vapor saturado, el agua floral puede ser
reciclada continuamente. De otro modo, es almacenada como un sub-producto. El proceso termina,
cuando el volumen del aceite esencial acumulado en el florentino no varíe con el tiempo. A
continuación, el aceite es retirado del florentino y almacenado en un recipiente y en lugar apropiado.

Aloe vera, planta que cura




Aloe vera la planta que cura


Recordemos que, en nuestros países llamados avanzados,

un nuevo medicamento o una preparación hecha con

plantas sólo son reconocidos por la medicina oficial si se

conoce su exacta composición química. Así pues, una planta

como el áloe, que ha dado pruebas desde siglos atrás y que

pertenece a la farmacopea tradicional de los curanderos y de los

herbolarios de todo el mundo, sólo será aceptada oficialmente

cuando haya pasado por el estrecho tamiz del protocolo

experimental. Y cuando se conoce la guerra feroz a la que se

libran en la sombra los laboratorios farmacéuticos, se

comprende mejor el porqué los enormes intereses financieros

en juego consiguen retrasar la puesta en venta libre de

excelentes productos naturales y baratos. Es evidente que una

planta que todo el mundo puede coger en los campos, cultivar

en su terraza o en su jardín, capaz de curar numerosas

enfermedades, crea un cierto desorden en el panorama del

medical business internacional.

Se utilizó primero en polvo*, fabricado a partir de las hojas

secas de la planta que se podían transportar, y también se

utilizó, en los países productores, la savia rosácea secretada por

la piel superficial de la hoja del áloe. Este método de primeras

curas se emplea todavía en las Antillas y en otros numerosos

países del Tercer Mundo. Ha sido tan sólo recientemente que se

ha conseguido estabilizar el gel activo pero inestable de la

pulpa del aloe vera, para uso prolongado. Actualmente es este

gel mucilaginoso que contienen las hojas – la parte más activa

del áloe – lo que se utiliza.

La aloína, colagoga*, estomacal*, laxante* y purgante*,

contenida en la “savia” de las células pericíclicas del áloe

representaba para los antiguos un verdadero elixir de larga vida.

Pero eran pocos los entendidos capaces de diferenciar esta

savia amarillo-rosácea del gel incoloro del corazón de las hojas

del áloe. Sin embargo es este gel astringente*, bactericida*,

béquico*, cicatrizante*, fungicida*, antiinflamatorio*,

hemostático*, y virulicida*, la parte más activa de la planta.

Anestesia los tejidos, suprime los picores, (alivia las picaduras

de insectos). Combate también con éxito la fiebre y el

estreñimiento, dilata los vasos capilares y clarifica la sangre. En

dermatología, el gel del áloe revitaliza los tejidos, “digiere” las

células muertas, hidrata las pieles secas y penetra

profundamente la dermis* para su mayor beneficio.

En el curso de la última mitad del siglo, varios

investigadores han enriquecido la lista, ya larga, de sus

propiedades tradicionales, con nuevas funciones : el aloe vera

demuestra ser un excelente regulador biológico y un excelente

inmunoestimulante. Es apreciado por su facultad de acelerar la

regeneración celular postoperatoria. Actualmente, algunos

médicos americanos afirman obtener incluso buenos resultados

en el tratamiento del cáncer y del sida.

La rica composición en elementos nutritivos variados hace

también que la pulpa del aloe vera sea un alimento energético

muy completo.

Pero seamos prudentes. Esta reputación de “planta

milagrosa”, estos elogios, este ditirambo, ¿ No es demasiado

bonito ?

¿ No parece más bien una bella leyenda ? ¿ O quizá una

campaña propagandista vulgar y corriente para promocionar los

mil productos más o menos puros y más o menos eficaces que

se disponen a invadir el mundo ?

Lo que habla en favor de las virtudes intrínsecas del áloe es

que su uso fue adoptado por pueblos muy alejados

geográficamente, como el antiguo Egipto, la India (medicina

ayurvédica), la América precolombina, Madagascar, la

Australia primitiva, etc.

Está claro que esta fama “mágica” desanima y molesta a la

mayoría de científicos; los mismos, por cierto, que se burlan de

las medicinas suaves y niegan la eficacia de la mayoría de las

terapéuticas naturales, que califican de placebos*.

Pero eso no impide que un gran número de farmacéuticos,

biólogos y médicos serios estudien el áloe y confirmen algunas

de sus propiedades legendarias. ¡Mejor todavía! Incluso le han

descubierto nuevas virtudes, en particular sus propiedades

nutritivas.

La pulpa extraída de las hojas de esta planta es rica en

vitaminas, en sales minerales, en aminoácidos, en enzimas, y

también ofrece un alimento energético muy completo.

Pero este gel que se encuentra en las largas y carnosas hojas

de la planta se oxida rápidamente en contacto con el aire, y esta

corrupción le quita la mayoría de sus principios activos. Para

conservarlo, ya lo hemos visto, antaño se hacían secar las hojas

antes de reducirlas a polvo*. Este proceso se utiliza aún en

países tercermundistas, pero en nuestros países industrializados

se ha sustituido por métodos de conservación igualmente

naturales pero más modernos.